Aquí van las que nadie me pidió: miradas al detalle, al gesto, al ademán, a la palabra escogida por la florifauna humana de la sociedad puertorriqueña porque: Acho, PR no es otra cosa na, sino un CASO en progreso y retroceso, muy difícil de tramitar. …Tribunales, crimen, farándula, cualquier tema, por sencilla que parezca, está cargada de significado y puede complicarse de acuerdo con la perspectiva desde donde y como se mira. Las que ve y cómo las ve…LaRosaDeletrea en http://www.rosavanessaotero.com.
Un diario por Gabriela
Rosa Vanessa Otero
Vista Preliminar contra Elvia Cabrera, Primer día
17 de octubre de 2025
Más allá de la conversación de tipo legal sobre la vista preliminar para determinar causa para juicio contra la señora Elvia Cabrera sobre la naturaleza de su intervención o no intervención en los hechos que condujeron a la muerte violenta de la joven Gabriela Nicole Pratts, a cuya memoria dedico estos comentarios, comparto algunas impresiones sobre el suceso como “puesta en escena” ante las cámaras y foro público y algunas paradojas que llaman mi atención sobre la cultura de la violencia, la justicia y la retribución en Puerto Rico y su manejo en los medios de comunicación y redes sociales. Por ahora intentaré no comentaré aquí, por lo tanto, sobre mi opinión acerca de los hechos en sí, que al redactar este escrito apenas comienzan a exponerse en el Tribunal.
Minoría de edad y protección de la identidad

Como saben quienes vieron la primera parte de la vista judicial, los nombres de los testigos menores de 21 años aparecen abreviados para “proteger su identidad”. Su imagen, como la del resto de testigos civiles no aparece en cámara.
Debo pensar que esta protección se limita al récord transcrito y audiovisual, puesto que los nombres ya eran de conocimiento público, así como los rostros, dada la difusión de fotos en las redes sociales. De hecho, durante la referida vista se dijeron algunos de estos nombres completos.
Sobre este tema, tengo unas preguntas para la cuales no espero ni pido respuesta, porque supongo todos sabemos la contestación: ¿Qué derecho tienen a la intimidad y a la protección de su imagen las víctimas fatales menores de edad?
Los muertos y las muertas no tienen derechos, sería la más simple y fría contestación, algo así como el popularizado dicho “lo que se ve no se pregunta”. No me refiero aquí al morbo tiktoquero, instagramero o feisbuquero, porque esas son herramientas al arbitrio de tuttilimundi sin control alguno. Hablo de los medios periodísticos formales, esos que, al momento de preparar el banner, el teaser, el encintado y el reel manejan la imagen de la víctima a placer, convirtiéndola en una etiqueta más de consumo.
Los medios, por su propia naturaleza, se protegen a sí mismos y no se auto censuran. Está claro que, dentro de la libertad de Prensa, pueden hacer lo que hacen y en efecto lo hacen porque pueden. Pero es que, curiosamente, también desde fuera de los medios, en eso que llamamos “calle”, la identidad de las víctimas, menores o no, se ha convertido también en un producto de diseño impreso en pancartas y camisetas, por ejemplo. ¿Dónde está la diferencia? Principalmente, en que lo último parte, probablemente, del duelo insoportable de familiares y amigos, y la apropiación de esa imagen, por muy grotesca que pueda parecer a ciertos gustos, es una forma de expresar el dolor y la necesidad de retener cerca del propio cuerpo el recuerdo de alguien que se sabe ya no estará en este mundo. Pero la intención de los dueños y administradores de los medios no es esa; el medio busca audiencia; con la audiencia, visibilidad; la visibilidad atrae pauta y la pauta produce capital. Nada nuevo hay bajo el sol.
Pero que sea normal y cotidiano que el rostro y el cuerpo de una víctima, más que ser una imagen de dominio público se convierta en identidad gráfica de un producto noticioso, para mi sensibilidad, constituye un exceso. Por irreal suene, si en ciertos países han prohibido a los criminales beneficiarse económicamente de las historias sobre sus actos criminales, no veo por qué no podría existir cierto grado de protección de la imagen de los muertos y de las muertas.
Hasta los años ochenta, cuando estudié periodismo, se nos enseñaba que el concepto de “material obsceno” no se refería exclusivamente a temas de pornografía o la llamada “exposición deshonesta”, sino a lo que hoy llamamos “morbo” y, que en el caso de menores de edad era un gran NO. ¿Se enseña todavía? No lo sé. Practicarse, en general, veo que no se practica.
Con toda sinceridad, aconsejaría a las personas a las que les importa la intimidad de sus familias a que ejerzan con valor y asertividad su derecho a proteger la integridad y la dignidad de sus muertos y sus muertas y entiendan que el periodista llegará hasta donde uno le permita. Nadie va a defender la memoria de sus deudos mejor que ustedes.
¿…Que quieren entrar en la funeraria donde se exponen los restos de tu hijo o tu hija? Solamente si tú los dejas, y hasta donde los dejes. Un sepelio no es un acto público. ¿…Que quieren entrevistarte en la sala de tu casa? Lo mismo, solamente si tú lo permites y hasta donde lo permitas. Pero piensa primero en las consecuencias para ti y para tus vecinos (después que entregues tu localización llegarán otros más). ¿Las fotos que publicaste en las redes sociales? Sobre esas, te tengo malas noticias: es muy poco lo que podrás controlar. Si hasta ahora has sido bendecida o bendecido con una vida sin sucesos que llamen la atención pública, protege la imagen de toda tu familia mientras puedas …¿Exagero? No lo creo. Da para pensar y reflexionar. (Claro, soy consciente que la mayoría sueña con «hacerse viral», aunque sea sefriendo.
Objeción, Su Señoría: ¿Una micro agresión machista en corte?
¿Se dieron cuenta, como yo, que el abogado de la defensa, Jesús Ramos Puca se mantuvo de pie y en movimiento mientras la fiscal Silda Rubio interrogaba a los primeros dos testigos de la vista y la interrumpía con mucha frecuencia? En cambio, mientras el varón del Ministerio Público, Orlando Velázquez interrogaba, el abogado se calmó y se mantuvo bastante quietecito en su sitio (como debe ser), cerca de su representada.
Curioso, en las redes sociales no faltaron los comentarios despectivos hacia la fiscal: “floja”, “monga”, “desnutrida”. Cada cual ve lo que puede y quiere ver. Yo quiero y puedo ver que ese estilo aparentemente manso era el más adecuado para entrevistar sin mayores incidentes a una testigo de 17 años a la que le tocó ser la primera persona en narrar, desde su perspectiva, lo sucedido en Aibonito entre el 10 y el 11 de agosto de 2025. Si se fijaron, la Fiscal hizo preguntas cerradas a la joven, a un ritmo pausado, mientras que el fiscal interrogó a la testigo adulta mediante preguntas abiertas y a un ritmo más rápido y enérgico.
Claro, la aparente flojera, monguera y desnutrición de la fiscal contrastaba, casi de manera cómica, con el volumen de voz alto, los ademanes y movimientos histriónicos y las objeciones, a veces desfachatadas, del abogado de la defensa, sobre el cual no leí comentarios como: “agresivo”, “desesperado”, “irrespetuoso” o «ganso».
Tumbacocos o comepavas: ¿Inocencias o culpabilidades por “voceteo”?

…Si cada vez que en Puerto Rico ocurra un crimen los familiares de las personas imputadas van a sacar una caravana para exigir “justicia”, espero que la cercanía al tribunal y a los familiares de las víctimas les permita entender que, precisamente, para evaluar si las alegaciones de los testigos son o no son de fiar, se da el proceso de vista preliminar para juicio. Lo que no puede ocurrir es que los crímenes se dejen sin esclarecer basados en que los testimonios «son embustes». Ya veremos.
Es muy interesante el cotilleo que este caso, como otros, ha generado en las redes sociales, donde pululan más (supuestos) testigos de los que llegaron a declarar mediante juramento a la Policía y-o fiscalía. Y aquí está el punto: si tanto sabe la gente de Aibonito sobre lo que ocurrió allí, que declaren, no desde sus cuentas de Tik Tok e Instagram o Facebook, sino frente a las autoridades. Los rumores de barrio no son material para juicio, incluso si estos fueran ciertos. Y recuerden, a falta de admisión de culpa, a desfilar prueba y presentar testimonios. It is what it is.
Odio al “chota”
Comprendo la indignación ciudadana contra las negociaciones de cargos y penas a cambio de declaraciones inculpatorias hacia terceros que suelen ser muy frecuentes en casos de crímenes de sangre. La “chota” y el “chota” no son figuras heroicas, ni siquiera simpáticas, en especial si tuvieron alguna participación, pequeña o grande, en el hecho juzgado. El clamor pueblerino se escucha clarito: que se dijo que fueron seis, pero se está procesando a dos…
Tal como anticipaban algunas “lenguas” del bembeteo cibernético, la primera testigo presencial, aunque no dijo escuetamente y a las claras que pateó el cuerpo yacente de Gabriela Nicole Pratts, admitió en sala que había “dado patadas” durante la trifulca, y lo dijo justo mientras describía que la occisa estaba “acostada flat en el piso”. A preguntas de la Fiscal sobre qué hacía G.N.P., la testigo contestó de forma rápida y contundente: “nada”. Mínimamente, esto la sitúa, por sus propias declaraciones, en el lugar exacto de los hechos y haciendo “algo” que la implica. Que esta joven sea media hermana de la que supuestamente mató a G.N.P., añade gravedad a su testimonio.
Lo más fácil, es pensar a esta joven como “la chota” que quiere librarse de la consecuencia legal de sus actos prestando una declaración contra las otras dos. Pero les digo, a quienes defienden la cultura del hate contra el chota, que no vivimos en un mundo donde los criminales, habituales o primerizos corran a los cuarteles de la Policía a acusarse a sí mismos; y a los pocos que sí lo hacen, la compunción y el acto de contrición les dura lo que tarde en llegar el abogado de la defensa a instruirles que se callen. Es su derecho.
Y si el “chota”, que también tiene ese derecho, decide renunciar a él para declarar, no lo hará de forma gratuita. ¿Es así en este caso? No lo sé. Pero resulta obvio que las dos imputadas por esta muerte están haciendo valer, con su silencio, su derecho a la no autoincriminación. …Y por eso hay que contar con los testimonios de unas y unos chotas en la vista preliminar. ¿Que la verdad es difícil de esclarecer? Por supuesto. Pero no hay verdad más robusta que el fallecimiento de una joven de manera violenta, y de la veracidad acerca de los relatos se encargará el tribunal.
¿Quién X$%$%$&$ se acuesta flat en el suelo de una carretera?

Desde mi humilde perspectiva, la peor implicación de la primera testigo presencial, es su expresión acerca de la posición en la que estaba la víctima en relación con su alegada agresora. “Acostada” es la palabra que usó, como si aquella noche la joven Gabriela Nicole hubiera llegado a su casa a dormir en su cama. «Acostada flat», precisó. Flat sería un buen anglicismo para describir que dormía boca arriba. Pero en el contexto de una agresión física en la que, según la testigo, la parte agresora (la hija menor de Elvia Cabrera) permanecía “arrodillada” cerca de los hombros de Gabriela Nicole Pratts y acto seguido le asesta un golpe con arma blanca en el área entre la cintura y las caderas, “acostada”, “flat” y sin hacer “nada” forman una expresión verbal eufemística que minimiza la gravedad del acto. Para mí, esta flojera (ahora sí) en el lenguaje de un testimonio hace más terroríficos los hechos.
Me sorprende que no se subrayara en sala, ni en los medios, hasta donde sé, la importancia de esta parte del testimonio. Si así ocurrió, entonces quiere la víctima fatal fue apuñalada estando ya sometida y totalmente indefensa… La testigo habló incluso de haber «dado pateadas» (¿Al aire?) y pedido a su pareja «párame» en cuanto vio el arma blanca hundirse en el cuerpo de Gabriela. Esta parte del testimonio, creo, no se aprovechó para puntualizar el estado de indefensión de la víctima ni precisar si ya lucía herida de gravedad, o incluso ¿…inconsciente? o ¿…moribunda? Ojalá la prueba forense arroje información sobre esto. Infligir siete a ocho heridas requieren bastante tiempo hasta llevar a un estado de inmovilidad a una víctima.
La imaginación aguanta cualquier elucubración, pero no es improbable esta inferencia mía, puesto que, ninguna de las testigos declaró haber oído a G.N.P. gritar, gemir, o pedir ayuda, mucho menos moverse durante esta prte del ataque: ¡“Acostada flat en el suelo”! (¿Recuerdo bien?, ¿Luego dijo «acostadita»? ¡Como si una escogiera “acostarse” sobre el asqueroso pavimento de una calle del pueblo a esperar que la maten, sin hacer ni decir “nada”. Lo siento, gente, este lenguaje me destruye. Aquí ya empieza a entenderse mucho mejor por qué se radicaron cargos de Asesinato en Primer Grado. Es un principio básico: si tu oponente está indefenso a tus pies y a los de unas cuantas personas más, y sigues agrediéndolo hasta provocarle la muerte, no te van a regalar un atenuante así como así. Si este testimonio se verifica con otros y con la prueba, no veo al abogado de la defensa conseguir una reducción en la clasificación del delito.
Cierto que a Elvia Cabrera, de quien trataba esta vista, se la mencionó poco durante los testimonios, pero sí que la ubicaron en la escena del crimen en el momento del crimen y fue señalada como la persona que le entregó el objeto punzante a la hija. ¿Verdad o mentira? La Vista Preliminar apenas comienza.


